El folato o ácido fólico es una vitamina del grupo B, en concreto la B9, que está presente en unas 150 formas a través de los alimentos. Sin embargo, es una vitamina termolábil, es decir, que se destruye con el calor y además es liposoluble y se elimina fácilmente por la orina, por lo que en momentos de alta necesidad como antes y durante el embarazo, debe suplementarse.
Cuando la mujer que desea ser madre no dispone de suficiente folato puede haber problemas en el desarrollo del feto, especialmente defectos en el tubo neural como la espina bífida, anencefalia (defecto de formación de parte del cerebro y el cráneo), labio leporino… Y también se asocia a abortos en el primer trimestre.
En cuanto a la embarazada, el déficit de ácido fólico se asocia a complicaciones como la preeclampsia, el desprendimiento prematuro de placenta o la depresión posparto. De ahí, la importancia de mantenerlo durante todo el embarazo, e incluso en el posparto, más allá del primer trimestre como se recomendaba hace unos años.
El ácido fólico precisa de activación para convertirse en folato activo o metilfolato. El folato es la forma presente en la naturaleza, y el metilfolato es la forma ya activa dentro de nuestro organismo.
Para que se active de folato a metilfolato, necesita de una enzima (denominada metiltetrahidrofolato reductasa). El problema lo tenemos en que gran parte de la población presenta un déficit de esta enzima activadora.
Es difícil saber si una persona carece de la enzima necesaria para transformar el ácido fólico en metilfolato, por eso existe en su forma ya activa para evitar correr riesgos innecesarios al momento de tomar solo ácido fólico.
El L Metilfolato es la forma mas absorbible del Ácido Fólico.
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